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Con motivo de la publicación del libro "La Escultura Románica En Aragón: Representaciones de Santos, Artistas y Mecenas" volví a Lérida con el autor del texto, Jose Luis García Lloret. A la salida de la Editorial Milenio, que nos lo publica, "descubrí" una magnífica aunque lejana vista de la cabecera de la catedral. Tomé buena nota de ello para traer material adecuado en mi siguiente visita.

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Cuando volví a recoger la decena de ejemplares que como autor me corresponden para repartir entre mis amigos, fui provisto de trípode y teleobjetivo. La imagen 1 es el resultado de esta visita el día 18 de septiembre de 2008. Y como las casualidades existen -a poco que uno tenga las antenas desplegadas- desayunando en un bar antes de visitar la editorial me enteré por la contraportada de un periódico local que la portada de La Anunciata había quedado ya restaurada y libre de los andamios que la ocultaban. ¡Un día completo! (Imagen 2)

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Erigida en un momento avanzado en lo tocante al arte románico, podemos advertir en ella una clara transición al gótico desde planteamientos iniciales formalmente románicos. Planta de cruz latina de tres naves rematadas en ábsides semicirculares; pero ya desde el arranque sus complejas pilastras fasciculadas nos muestran bien a las claras de la intencionalidad de elevar bóvedas de crucería protogótica. El majestuoso claustro adosado al hastial de poniente es ya decididamente gótico al igual que su torre-campanario. Y todo ello impregnado de un decidido influjo islámico en lo decorativo. La recargada decoración de sus portadas principales hacen que arquivoltas, capiteles e impostas más parezcan obra de eboraria que trabajo de canteros. Su "horror vacui" recuerda el modo de hacer en las arquetas de reliquias trabajadas en marfil. Labor delicada y puntillista que se disfruta como un todo, más allá de sus múltiples detalles en el plano corto.

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La reutilización de este oppidum como baluarte fortificado desde 1707 a causa de la Guerra de Sucesión configuró una nueva utilidad para estas siete hectáreas "militarizadas". El conjunto catedralicio ocupa apenas 7.700 metros cuadrados y su uso castrense provocó notables desperfectos, si bien lo fundamental ha llegado en buenas condiciones hasta nosotros. Dado el uso militar del recinto en que quedó la catedral, se decidió edificar la catedral nueva en lugar más propicio y accesible. Ello acaece ya entre los años 1761 y 1781 bajo mandato de Carlos III. Su estilo es ya barroco, al gusto francés.

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La catedral vieja podemos verla desde el aire gracias a las imágenes 10 y 11 de Google Earth. Varias cosas llaman nuestra atención. La primera, la notable desviación del eje principal del templo, que se halla girado casi 60 grados hacia el norte de la situación ideal este-oeste de los templos románicos. Dos posibles causas se me ocurren como explicación de esta desviación, puesto que en ese momento estaban plenamente capacitados para definir la orientación. Una, que reutilizaran estructuras de cimentación de edificaciones previas, primando la funcionalidad sobre la ortodoxia. Y segunda, que la orientación marque el punto de salida del sol en el horizonte el día correspondiente a la fundación o advocación del templo. Otra particularidad es la excepcional ubicación del claustro gótico tras el hastial de poniente en contra de lo que suele ser habitual que es ubicarlo al costado norte o sur del templo. En este caso los motivos vienen claramente impuestos por la orografía del cerro sobre el que asienta.

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La cabecera del templo y su nave transepto son los elementos más decididamente románicos del conjunto. A finales de agosto de 2006, cuando lo visité por primera vez, se halla en obras y parcialmente ocultas sus estructuras por andamios y lienzos protectores. Bien por lo que supone de conservación pero un desastre en lo personal. De los ábsides originales -al parecer se diseñaría de cinco- se mantienen el central y el adyacente del lado norte (Imagen 3), siendo rehechos en época y gusto gótico los dos que hallamos abiertos al lado sur del transepto. Sendas portadas abren en los lienzos norte y sur del transepto. Al norte la puerta de san Berenguer (Imágenes 6 a 8) de tratamiento decorativo más sobrio que la de la Anunciata abierta al lado opuesto del crucero, y "censurada" por las obras en esta visita. Dos hornacinas albergaban del arcángel san Gabriel y a la Virgen, actualmente en el museo. Y bajo el tejaroz pleno de canecillos decorados, la leyenda de la salutación arcangélica, interrumpida a mitad por el magnífico crismón de la imagen 12.

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