LA GUÍA DIGITAL DEL ARTE ROMÁNICO

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EL ROMÁNICO
   

5.- EL TEMPLO ROMÁNICO

A) - Generalidades


a-1) Orientación

La orientación de los templos edificados en época románica es tal que el eje mayor de los mismos sigue una línea este-oeste, apuntando su cabecera hacia oriente. Esto no es en absoluto un hecho casual sino que se busca como parte de la simbología del templo. En oriente está el lugar donde Cristo nació. Y también el punto por donde el Sol se alza cada día en el horizonte tras su paso por el inframundo sumiéndonos en las sombras. Sincretismo entre las antiguas y nuevas deidades. El Sol, fuente de vida para la humanidad, que con su ciclo diario constituye un recordatorio permanente de los ciclos biológicos en relación con la muerte y la resurrección.

SANTA EUFEMIA DE COZOLLOS (PALENCIA). LUNA LLENA DE AGOSTO 2OO6 - LA OSA MAYOR

Son excepcionales los templos románicos que no siguen esa disposición canónica. Pero alguno hay, como el caso del emblemático monasterio de San Juan de la Peña en Huesca, obligadamente "desorientado" por la adaptación de su cabecera a la roca que lo cobija a la vez que cumple funciones de panteón real.

Gracias a esta disposición canónica, los rayos de luz de la mañana penetran por los ventanales absidales iluminando el altar y marcando la senda a seguir a través del templo, desde la oscuridad de poniente -donde suele estar la portada principal- hacia la luz de la cabecera, hacia Dios. Tampoco es casual el hecho de que en gran parte de los ábsides sean tres los ventanales que derraman luz sobre el altar. Símbolo de las tres Personas de la Divinidad.

INTERIOR DE SAN MARTÍN DE FRÓMISTA (PALENCIA) HACIA LA CABECERA

En el momento en que se erigieron los templos románicos, quienes los levantaron no tenían ningún problema a la hora de fijar con exactitud los puntos cardinales. Es algo tan simple como utilizar la estrella polar para fijar el norte. En noche despejada el sistema para hacerlo era clavar una varilla en el terreno, alejarse unos metros y clavar una segunda, de modo que se alinearan visualmente ambas con la estrella polar. La línea que une las dos varillas es el eje norte sur. Su perpendicular será el eje exacto del templo.

Y a pesar de lo dicho, hay muchos templos que manifiestan una desviación tan aparente de la línea este-oeste que llevan a pensar que se edificaron ex profeso con esa desviación. Ese es el caso de San Martín de Frómista. En las imágenes inferiores muestro una fotografía aérea del templo y sobre la misma, el eje este-oeste en rojo y el eje del templo en amarillo, evidenciando una desviación hacia el norte de casi treinta grados. Eso hace que en verano al atardecer la fachada norte del templo se ilumine por completo.

IMAGEN AÉREA DE SAN MARTÍN DE FRÓMISTA -SIG PAC- EJES DEL TEMPLO Y ESTE-OESTEFACHADA NORTE DE FRÓMISTA ILUMINADA AL ATARDECER A CAUSA DE SU DESVIACIÓN

Es un hecho que el lugar por el que el sol aparece por el horizonte es variable a lo largo del año. Solo en los equinoccios sale exactamente por el este y se pone por el oeste. En los respectivos solsticios el lugar de emergencia se aleja del punto cardinal. Hacia el norte, en el vernal y hacia el sur en el otoñal. Si la orientación de la iglesia de Frómista se realizó no por el sistema señalado por la estrella polar sino por el punto en que el sol aparecía en el horizonte cuando se planteaba su obra, habría que concluir que esto acaeció en un momento próximo al solsticio de junio, momento en que el sol aparece en el horizonte a unos 23 grados al norte del punto cardinal este (referencia para el trópico de Cáncer).

ATARDECER DESDE AGÜERO (HUESCA)

Hay una teoría, no confirmada, que apunta hacia la posibilidad de que la fundación de las iglesias se efectuaba alineando el eje de las mismas con el punto del horizonte en que aparece el sol en el día del santo a que se van a dedicar. De esta forma en la celebración de su festividad anual los primeros rayos solares del amanecer, paralelos al eje del templo, iluminarían el altar.

(Un trabajo de Juan Pérez Valcárcel de 1998 que he leído recientemente, descarta la posibilidad de que las desviaciones del eje este-oeste se deban a un intento de celebrar al patrón del templo. Apunta la posibilidad -más lógica de que las desviaciones hacia el cuadrante nordeste se deben a que la mayoría de los templos se iniciaban entre el equinoccio de marzo y el solsticio de junio y en el replanteo se tomaba la referencia de la salida del sol en esas fechas. También es de suma importancia el trabajo de Jordi Aguadé de 2010 acerca de la orientación y dimensiones de la iglesia de San Bartolomé del cañón del río Lobos motivadas con el fin de que el sol en dos momentos claves de su ciclo ilumine una losa ante la virgen de la Salud)

En absoluto es novedoso este hecho para el hombre románico. Desde los lejanos tiempos de Egipto se conocía el fenómeno del orto helíaco de Sirio, la estrella más brillante del firmamento, que tras seis meses oculta aparecía de nuevo, casi coincidente con el solsticio de verano y anunciando la época de inundaciones del Nilo y la revitalización de las tierras.

DECORACIÓN SOBRE LAUDA FUNERARIA EN RODA DE ISÁBENA (HUESCA)

Para concluir estas reflexiones, quiero compartir con todos lo que para mi fue un hallazgo clarificador. Sobre estas líneas muestro la decoración existente sobre una lauda funeraria situada en el intrados de uno de los arcos de la sala capitular del bello lugar de Roda de Isábena en Huesca. Durante un tiempo, solo llamó mi atención la palabra "LVCIFER", que asocié con el maligno, y por tanto no comprendí su mensaje. Más adelante cambiando impresiones con unos amigos aprendí que "Lucifer" y "Esperus" son los nombres que en astronomía se dan al planeta Venus. El primero, cuando brillante portador de luz, se alza sobre el horizonte. Y el segundo, cuando cayendo a poniente da nombre al reino del crepúsculo: "vespertino", que de esperus o vesperus deriva el vocablo.

Hombres de fe mirando las estrellas buscando guía y consuelo. La metáfora es evidente. La estrella que muere al atardecer para volver a renacer triunfante a la mañana siguiente. Como el sol, como el trigo, como Cristo. Es una magnífica y sencilla profesión de Fe traducida a dos símbolos y dos palabras. Toda una lección acerca del ciclo muerte-resurrección que desde esa piedra nos transmite quien sin duda fue un hombre culto, religioso e iniciado.

En fin, que es una evidencia el hecho de que nuestras vidas se rigen por los astros. Y ello se traduce hasta en el lenguaje coloquial. "Desastre" no es sino "mala estrella" (dis-aster) y "Considerar" representa reflexionar mirando a las estrellas (Con-siderare).

Como indicaba al principio de esta pagina, trazar el eje este-oeste para orientar la planta de un templo es fácil. Clavando un vástago en tierra y un segundo alineado con la estrella polar y el primero, la línea que une ambos vástagos señala la línea norte-sur. La perpendicular a la misma es la que señala de modo perfecto la dirección este-oeste.

Ahora bien, si en vez de tomar como referente la estrella polar tomamos el punto de salida del sol en el horizonte resultará que hay una variación extrema de 23º 27´a norte y a sur en los respectivos solsticios. Con el vástago "A" fijo, las posiciones extremas e intermedia: "C", "D" y "B" señalando ambos solsticios y los equinoccios nos van a trazar el eje del templo a construir según el momento del año en que se lleve a cabo esta maniobra.

Hablamos del "vástago" gracias al cual alineándose con el Sol o con la estrella polar permite trazar el eje del templo. En Junio de 2014 he leído un comentario de José García Maestro referente a una demostración que vio en la iglesia de San Martín de Artáiz haciéndose eco de la hipótesis de Simeón Hidalgo Valencia (autor del libro "La iglesia de San Martín de Artáiz. Una lectura particular") de que el personaje mitrado esculpido en una de las metopas no porta un báculo, dado que su extremo es cerrado, sino que se trata de un "vástago" gracias al cual se puede trazar el eje del templo como he descrito más arriba.

Sin duda es una idea importante dado que la ceremonia de plantear el templo -desconocida- realmente debió de tener una trascendencia notable a la que posiblemente no fuese ajeno el obispo que debía de consagrarlo.



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