Leyre 
        es una sierra. Un lugar próximo a río con nombre de reino. 
        Un panteón real. Un monasterio. Pero 
        sobre todo es uno de esos enclaves mágicos donde sientes la fuerza 
        telúrica. Donde el tiempo parece detenerse y casi se llega a comprender 
        eso que algunos llaman nirvana. La leyenda 
        dice que San Virila, abad del monasterio en el siglo X, tenía graves 
        dudas sobre el concepto de la vida eterna del Cielo. Un día se 
        embelesó escuchando los trinos de un ruiseñor cerca de una 
        fuente... cuando volvió al monasterio ningún monje le reconocía. 
        ¡Habían pasado trescientos años! (18 de diciembre de 2001, 2004, 2006, 2008 y 2009).
      
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      Para llegar 
        a Leyre hay que dirigirse al embalse de Yesa, situado entre Aragón y Navarra. 
        Poco al oeste del pueblo de Yesa, un desvío bien indicado nos encamina 
        al monasterio en unos pocos kilómetros. Está 
        documentada la visita de san Eulogio de Córdoba a Leyre en el año 
        848. La iglesia arcaica ha conservado su planta bajo el piso de la actual 
        nave monástica (Imagen 11). Entre los siglos X 
        y XI es centro del poder de los reyes navarros, así como su panteón 
        real alcanzando su plenitud bajo Sancho III el Mayor de Navarra. La desamortización 
        de Mendizábal de 1836 le privó de la vida monástica, que 
        se ha reintroducido en 1954 merced a lo monjes benedictinos de Santo Domingo 
        de Silos. 
      La cabecera del templo 
        es magnífica (Imagen 1). 
          Consta de tres ábsides de notable altura edificados en bloques 
          de piedra sillar de gran tamaño. Los sillares están perfectamente 
          trabajados y poseen unos matices cromáticos únicos, gracias 
          a su veteado rojizo. Los ábsides son de forma seudo-troncocónica y no poseen más 
          ornato que los ventanales y canecillos historiados sustentando la cornisa 
          (Imagen 3). Los ventanales de la iglesia 
            inferior (que no cripta, pues está por encima del nivel del suelo) 
            poseen una luz rasgada (Imagen 12). Son de medio punto elaborado a base de toscas dovelas, al igual 
              que los superiores, siendo estos de mayor tamaño y amplitud. El hecho de que haya dos 
              ventanales en el ábside central de la iglesia inferior hace pensar 
              que se construyó ya en este nivel con la idea de edificar la estructura 
              de sostén al interior de la cripta a través de su nave central. 
              Un ventanal único central hubiera supuesto ser cegado por el refuerzo 
              añadido y nos hubiera hablado de modificación más 
              tardía del proyecto.