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En cabecera del templo, como ya se ha apuntado, hallamos los tres cilindros absidales. Van precedidos de amplio presbiterio cubierto de medio cañón el central y de medio cañón apuntado los laterales -quizá de ejecución más tardía-. La embocadura de los presbiterios se refuerza -a modo de arco triunfal- con un fajón apeado a través de imposta biselada en pilastras adosadas. Más adelante, cilindros absidales cubiertos por bóveda de cuarto de esfera y la prolongación de la imposta ya descrita con decoración geométrica en los laterales y de palmetas en el central. Ventanales derramados central los ábsides laterales mientras que el central se halla totalmente oculto por un retablo renacentista -elegante- que impide cualquier consideración (Imágenes 2 a 4). En la separación entre altar mayor y laterales, persiste la semicolumna adosada sobre la que debió de voltear el primera arco formero del templo primitivo.

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En el ábside norte hallamos la bella pila bautismal del templo. Es troncocónica y se alza sobre una base prismática con sus bordes labrados como baquetones. Luce dos cenefas decoradas. La inferior a base de una sucesión de palmetas entrelazadas y la superior de motivos florales. Entre ambas hay una cruz patada incisa (Imágenes 2, 5 y 6).

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En la embocadura del ábside central, sustentando el fajón del arco triunfal hallamos dos bellos y bien conservados capiteles de gran formato. Ambos tienen como base el motivo de acantos vegetales ya visto en la portada del templo (Imágenes 7 y 8). Sus cimacios se decoran con palmetas de perfecta ejecución En el del lado norte el artista nos deleitó con dos fieras que realmente parecen acecharnos esperando a que nos descuidemos para devorarnos. El monje ya se halla dentro del templo. Ha seguido los mensajes de la portada. Se ha renovado espiritualmente y ha nacido a una nueva vida dejando afuera la que los oficios le mostraban en la arquivolta vista... pero no ha de descuidarse. Porque allí sigue el maligno acechando. Y el mensaje llega alto y claro cuando uno se fija en la expresión amenazante de esas fieras que representan el mal (Imágenes 9 y 10). Los restos de la policromía original conservados en fauces y ojos realza su tétrica expresividad.

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En los laterales del presbiterio del altar central y en sendas hornacinas de medio punto hallamos dos sarcófagos decorados en su cubierta con las esculturas yacentes de sus propietarios. Ella en el lado del evangelio, bajo un arco apuntado torreado al exterior y con manzana en la diestra (Imagen 12). Él, con la cabeza sobre almohada, actitud de desenvainar la espada, piernas cruzadas, espuelas y su perro a los pies. (Imagen 11). Probablemente correspondan a los familiares de Muño de Saldaña que dotaron el monasterio para su fundación.