5- Cubiertas.
       
        5-a) Bóveda de arista.- 
          
      
      Este tipo de bóveda 
        es utilizado profusamente en el primer románico o lombardo. Se 
        entiende por tal la originada por el cruce perpendicular de dos bóvedas 
        de cañón de igual radio La encontraremos sobre todo cubriendo 
        las naves laterales; así como la nave única de los pequeños 
        templos, como es el caso de San Caprasio en Santa Cruz de la Serós 
        (Huesca). 
      
      

      Este tipo de cubierta 
        permite fraccionar la longitud total de las naves en tramos de menor tamaño. 
        Y por tanto sus características a la hora de manejar sus empujes. 
        Pero hay otro dato de gran importancia en el "mecanismo" de 
        esta estructura: su especial diseño hace que los empujes de la 
        misma se transmitan por los pilares existentes en cada uno de sus cuatro 
        vértices (como si se tratase de una mesa con cuatro patas). La consecuencia trascendental es que permite prescindir 
        de los muros de sus cuatro lados. Este es sin duda 
        un factor importante en la edificación. Las cargas de una larga 
        nave pueden fraccionarse por medio de estructuras secundarias poco "opacas". 
        Y por si fuera poco, abrir vanos en los espacios semicirculares generados 
        en altura. Esta será la base de las bóvedas de lunetos, 
        tan utilizadas en el XVII y XVIII.
      

      Lo habitual es hallar 
        las bóvedas de arista edificadas sobre espacios rectangulares dado que necesitan cuatro arcos torales para su desarrollo. En la torre circular 
        de Fantova (Huesca) surge la excepción: en la planta de acceso 
        situada en altura hallamos una preciosa y bien efectuada bóveda 
        de arista que necesitó del ingenio de sus edificadores lombardos 
        (Apo y Guafrido) para "crear" los cuatro arcos torales adosados 
        al muro circular de la torre desde los que voltear la bóveda (Imágenes 
        superiores).
      
.
      Pasado el tiempo las 
        bóvedas de arista se refuerzan, o mejor dicho, embellecen, con 
        nervaduras. Al igual que ocurre con los arcos fajones, a los que llamo 
        "tapajuntas", la función de las nervaduras en diagonal 
        perfilando las aristas no tienen más misión que mejorar 
        estéticamente el acabado de la misma. Arriba vemos un ejemplo de 
        ello, en la bóveda del brazo norte del transepto de Santa María 
        en Santa Cruz de la Serós (Huesca). 
      Estas bóvedas 
        reciben el nombre de bóvedas de crucería simple. Y a pesar 
        de su similar raíz etimológica, no tienen otra relación 
        con las bóvedas de crucería estrellada que su denominación. 
        Las bóvedas de crucería estrellada las hallaremos ya en 
        periodos diferentes al románico, muy posteriores en el tiempo cuando 
        ya el gótico, sus nervaduras y plementerías campeen en lo 
        alto de los templos aportando una nueva y funcional estética.